Cuando levantamos manos declaramos la victoria de Cristo y con cada movimiento de nuestros pies pisoteamos toda artimaña del enemigo. La danza es un arma poderosa que solo es ejecutada con éxito por aquellos que se rinden totalmente a Cristo echando su humanidad a los pies de El para que así el Espíritu Santo pueda manifestarse con poder en medio de su pueblo. Somos nosotros los llamados, sin importar edades, sexo ni capacitación física, lo importante es el tener un corazón puro y recto ante los ojos de El.
La danza, como expresión usada en nuestro tiempo devocional, puede traer libertad para abrazar la verdad de la Palabra de Dios. La danza comenzó en el cielo, Dios la creó. La caída de Lucero corrompió su pureza. La Iglesia, está nuevamente empezando a usar el arte para adorar a Dios (Isaías 14:12-17 / Ezequiel 28:13-15)